
Toda la actividad relacionada con el ladrillo ha supuesto el 20% de toda la inversión extranjera entre los años de 2014 y 2018. El inmobiliario todavía es el sector más atractivo para el capital foráneo, aunque desde 2015 -momento en el que se alcanzó una cifra récord de 8.659 millones de euros– la inversión ha descendido. En el primer semestre de 2019 se han registrado 1.069 millones de euros, según informa ABC.
En los últimos cuatro años, los inversores extranjeros han desembolsado 29.000 millones de euros en el ladrillo español. Esta actividad es sin lugar a duda la que más dinero ha conseguido captar fuera de las fronteras de España. Muy por detrás se quedan la logística (no vinculada al inmobiliario) que ha aglutinado un 11,3% y el suministro de electricidad y gas que consigue un 10,2%.
Estos datos reflejan la histórica importancia del ladrillo en la economía española. Pero esta tendencia ha comenzado a cambiar en los últimos ejercicios. En este sentido, en el año 2018 quedó como segunda opción de inversión para los extranjeros y durante el primer semestre de 2019 como tercera preferencia. Síntomas de que el ‘real estate’ ha perdido atractivo para el capital que proviene de fuera de nuestras fronteras.
Este declive se fundamenta en dos grandes razones. La primera guarda relación con la rentabilidad. Durante los tiempos de la crisis invertir en ladrillo aseguraba grandes retornos porque el precio de los activos estaba por los suelos y las previsiones a futuro auguraban una recuperación paulatina del sector. Esta mejoría ha comenzado a alcanzar un techo y ha generado un contexto menos atractivo para el capital extranjero.
Además de esta premisa económica, también existe otro factor que ha dañado a este sector fuera de España. En este caso se trata de la inestabilidad política en la que vive el país con dos elecciones generales en menos de seis meses y sin Gobierno desde hace más de un año. Una situación que junto al problema catalán han alejado al inversor extranjero. Precisamente, el tema de la independencia de Cataluña ha supuesto que el dinero destinado al ladrillo viaje hasta Madrid. Los datos no mienten en este sentido: entre 2016 y 2018, la inversión extranjera en el sector inmobiliario madrileño se disparó un 133%. En Cataluña, sin embargo, se desplomó un 61%.