Desde el año 2007 al 2014, la actividad en el sector de la construcción se desmoronó en un 95%. Unos años que coincidieron con los más duros de la crisis económica y que ha llevado al sector a realizar cambios importantes. Sin embargo, todavía hay retos ante sí para impulsar su actividad y crecimiento, además de para dar respuesta a las necesidades de los clientes y al nuevo entorno social.
Y, para tener futuro, el sector de la construcción tiene que afrontar varios retos. “Debe empezar una industrialización”, ha explicado Juan Carlos Bandrés, presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de Zaragoza y director general de Grupo Lobe.
Este es el principal reto que tiene el sector, cuyo futuro pasa por la industrialización y por la necesidad de profesionalizar a todos los integrantes del sector que, a su vez, tiene que hacer frente a las nuevas expectativas de los clientes que, en general, están desencantados con este ámbito productivo.
“El sector va a tener que hacer un salto importante” por la herencia que arrastra, “que es un peso pesado porque se piensa en comprar suelo a buen precio, pero lo importante es producirlo”, ha añadido.
La industrialización no es algo tan simple como “edificar casas”, sino que se tienen que generar nuevas estructuras organizativas que sean capaces de introducir un nuevo orden de comunicación entre los profesionales, según se apunta en el monográfico ‘Sector construcción residencial: Renacimiento. El papel de un sector que forma parte de nuestra vida cotidiana’, recogido en la revista de Economía Aragonesa número 68 de Ibercaja.
El objetivo es que la industrialización de la construcción pueda dar paso a un sector muy competitivo “en el que la productividad de los diferentes procesos tenga una nueva lectura” y se de paso a nuevas organizaciones que serán más compactas y de mayor envergadura, eliminándose de esta manera las antiguas estructuras, que están más atomizadas y tienen una visión más cortoplacista.
“El nuevo horizonte viene marcado por el cliente. El sector tiene la oportunidad de ofrecer un producto diferente y ahí es desde donde podemos hacer posible que el renacimiento de la construcción sea posible”, ha afirmado Juan Carlos Bandrés.
Con la industrialización, se dará paso a productos nuevos haciendo que todo el entramado inmobiliario tenga un nuevo papel. Son productos que se caracterizarán por la calidad, sostenibilidad, eficiencia energética, diseño, confort… entre otros factores.
Son retos que se deben asumir por el sector para ese “renacer” en el que tienen que competir contra 24.000.000 viviendas ejecutadas, de calidad media, pero que están en ubicaciones que son muy demandadas. Una competencia que es fuerte porque solo el 20% de las transmisiones que se realizan proceden de obra nueva, según los datos publicados por el Colegio de Registradores.
Y todo ello dentro de un contexto en el que se debe mejorar la rehabilitación porque suele basarse en “una cirugía estética” y en el que existe un problema demográfico porque la población no se prevé que crezca en los próximos años, lo que mermará la necesidad de vivienda.
Todos estos retos son los que tiene el sector ante sí y que solo se conseguirán superar con un nuevo modelo -el anterior se agotó con la crisis y fue su causa-, una vez esté diseñado y operativo. El problema está en que ni se ha diseñado, ni está operativo ni se está formando, al menos, de momento este nuevo modelo. De hecho, se prevé que construir un nuevo sector costará varios años.